¿CUÁNTO recuerdas del aprendizaje de la escala de pH en clase de ciencias? No te preocupes; si lo has olvidado todo, te daremos un pequeño repaso, porque los ácidos y las bases son bastante importantes cuando se trata de la salud de nuestros dientes y encías.
Curso acelerado sobre la escala de pH
La escala de pH mide el grado de acidez o alcalinidad de una sustancia. La escala va de 1 a 14. Las sustancias neutras (como el agua) tienen un pH de 7, mientras que las muy ácidas se sitúan más abajo en la escala y las muy básicas, más arriba.
Para que te hagas una idea de dónde se sitúan algunas sustancias comunes, el zumo de naranja oscila entre 3,3 y 4,2 y el ácido estomacal se sitúa entre 1,5 y 2,5. El jabón es ligeramente básico, entre 9 y 10, y la lejía es una base potente, de 12,5. ¿Qué pH es mejor para nuestra boca?
pH oral ideal
No todo el cuerpo humano tiene el mismo pH. Nuestra piel es más feliz cuando es ligeramente ácida (con un pH de alrededor de 5,5), pero la sangre debe ser ligeramente básica (7,4). Para que nuestros dientes y encías se mantengan lo más sanos posible, queremos que nuestro pH oral permanezca neutro la mayor parte del tiempo. Una boca poco sana es más ácida, lo que puede dañar gravemente el esmalte dental con el tiempo. El esmalte dental es extremadamente duro para que pueda soportar toda una vida de masticación, pero empieza a erosionarse a partir de un pH ligeramente ácido de 5,5.
¿Qué acidifica la boca?
¿Cómo acaba el ácido en la boca? La forma más directa es comiendo o bebiendo algo agrio. Las burbujas de las gaseosas, tanto las normales como las dietéticas, proceden del ácido carbónico, aunque no todas las gaseosas saben ácidas. Nuestra boca también puede acidificarse indirectamente. Cuando consumimos cosas azucaradas o con almidón, las bacterias orales dañinas se comen las sobras y excretan ácido sobre nuestros dientes y encías como producto de desecho. El reflujo ácido o los vómitos también introducen más ácido en la boca.
La saliva es la primera línea de defensa contra la acidez
Afortunadamente, nuestras bocas tienen un mecanismo de defensa incorporado contra el ácido: ¡nuestra saliva! Con el tiempo, la saliva arrastra las partículas sobrantes de los alimentos y neutraliza nuestro pH oral. Esto es lo que hace que la boca seca sea tan peligrosa para nuestros dientes y encías, más allá de la forma en que puede dificultar la masticación y la deglución. Sin suficiente saliva, nuestros dientes son vulnerables a la erosión ácida.
¿Qué podemos hacer para ayudar a nuestra saliva a realizar este trabajo fundamental? Podemos evitar tomar o picar bebidas y golosinas azucaradas. Cada vez que consumimos algo ácido o que contiene azúcar o almidón, ponemos a cero el reloj de nuestra saliva neutralizando nuestro pH oral. Por eso recomendamos limitar los caprichos a las comidas en lugar de sorber y picar continuamente.
Consumir menos azúcar y ácido
También podemos reducir la cantidad total de cosas azucaradas o ácidas que comemos, lo que significa minimizar los refrescos y las golosinas azucaradas junto con los panes y los productos lácteos y añadir más frutas y verduras.
¡Unámonos en la lucha contra la erosión del esmalte!
Comer menos alimentos azucarados o ácidos y limitar la ingesta de los mismos a las comidas ayudará a mantener un pH bucal neutro, pero no sustituye al cepillado dos veces al día y al uso diario del hilo dental, ni a las visitas regulares al dentista. Estos hábitos siguen siendo esenciales para la salud bucodental durante toda la vida.